miércoles, 12 de diciembre de 2012

Rey y León.

¡Hola, amantes de la historia!
Después de este largo paréntesis debido a circunstancias académicas, vamos a darle de lleno otra vez a todo lo relacionado con la historia de la humanidad.
El tema del post que vais a leer fue sugerido por Bretema. Hoy, vamos a conocer a una de las grandes figuras del siglo XVII: Gustavo Adolfo II de Suecia, el León del Norte.

Aviso: prohibido leer este post sin esta canción de fondo.


A inicios del siglo XVII, Suecia no era ni por asomo una gran potencia. Tan solo ocupaba un lugar importante en el norte de Europa gracias a sus contactos con la todopoderosa Liga Hanseática.
Sin embargo, esta situación cambió cuando el rey Carlos IX murió en 1611. Su hijo, Gustavo Adolfo, heredó la corona sueca a la edad de 16 años, siendo coronado en 1617 al cumplir la mayoría de edad.
El estado en el que el joven rey había heredado el trono era lamentable: Suecia estaba en una guerra interminable con Polonia debido a que su rey, Segismundo III, también era heredero directo al trono sueco. Además, a los daneses se les había metido entre ceja y ceja reconquistar los antiguos territorios suecos que pertenecieron en el pasado a la corona danesa. Sumadle a eso que el ejército sueco de principios del XVII era el más atrasado de Europa.
Pero Gustavo demostró ser una persona digna de su cargo. Había sido educado en el arte de la guerra desde pequeñito, lo que le reportó grandes conocimientos a nivel táctico y estratégico. Como dato curioso, también le gustaba la cultura clásica, pudiendo hablar y escribir perfectamente en latín y en griego.

Lo primero que hizo fue remodelar por completo el anquilosado ejército sueco, tomando el testigo de su padre, el cual intentó iniciar esta reforma. En esta época, el ejército sueco usaba el mismo sistema de tercios que el ejército español. Sin embargo, el paso del tiempo demostró que esta forma de hacer la guerra estaba ya obsoleta. Padre e hijo se fijaron en el sistema holandés de combate, el cual aprovechaba mejor las nuevas tecnologías militares de la época: creación de milicias, tácticas de artillería avanzadas, nuevos tipos de formaciones, etc. Así, cuando Gustavo heredó el trono, envió a sus mejores generales a Holanda para aprender estas nuevas técnicas, así como compró armamento y mercenarios al país de los tulipanes.

La primera gran prueba para nuestro protagonista fue la guerra contra Polonia.
No quiero pararme a contar batalla por batalla así que lo haremos rápido. Dejando al lado el hecho de que el rey polaco podía optar a heredar el trono sueco, Gustavo convirtió esta guerra en una lucha entre protestantes y católicos. Aislar a Polonia era fundamental y parecía que la cosa iba a funcionar ya que el nuevo ejército sueco era imparable. Por desgracia, Danzig jamás cayó a manos suecas por lo que la guerra no fue un triunfo aplastante. Lo peor llegó cuando el Sacro Imperio envió tropas para ayudar a las ciudades polacas católicas que habían sido asediadas por los suecos.
Como veis, esta fue la antesala de la Guerra de los Treinta Años.

Suecia formaría parte del bando protestante en esta guerra interminable en el año 1628.
No obstante, Gustavo ya visitó Alemania en 1620 para casarse. Su estancia en este país fue la piedra de toque para sus reformas militares. A su vuelta a Suecia, Gustavo redujo el número de soldados de una compañía a 150 y publicó sus "Artículos de Guerra" para acabar de una vez con la indisciplina que campaba a sus anchas por el ejército sueco.
Tras las conquistas de los principados alemanes protestantes por parte de los católicos alemanes, Gustavo decidió que ya era hora de darle una lección a los Habsburgo. Se alió con estos principados y con algunos de los enemigos de la corona hispano-alemana en Europa. Pasmáos, pues Suecia recibió ayuda económica en 1629 del mismísimo cardenal Richelieu.

El 25 de junio de 1630, Gustavo desembarca en Alemania. Cuenta la leyenda que el mismo día en que ocurrió esto las nubes se transformaron en guerreros que luchaban en encarnizadas batallas y que los niños que nacieron en ese momento lo hicieron con graves malformaciones.
Aunque esto sea más bien producto de la imaginación, no es de extrañar que la llegada de Gustavo a Alemania supuso un gran cambio en la guerra. El avance sueco era imparable.
Sería en la batalla de Breitenfeld, el 7 de septiembre de 1631, donde Suecia demostraría su nueva capacidad armamentística, aniquilando al ejército católico y abriendo las puertas del país al rey sueco.
En 1632, Gustavo controlaba todo el curso del Danubio a su paso por Alemania. Estas conquistas imparables fueron las que le dieron el apodo del "León del Norte".

Sin embargo, Gustavo encontró la horma de su zapato en Albrecht von Wallenstein, el mejor mariscal con el que los ejércitos imperiales podían contar. Nuestro protagonista, como buen estratega, sabía que debía de tomarse a este personaje muy en serio. En la batalla de Nuremberg, Gustavo conoció su primera derrota a manos de este gran militar al no poder acabar con los campamentos que los alemanes habían levantado alrededor de esta ciudad. Para colmo, Wallenstein se las ingenió para cortarle la retirada a los suecos invadiendo a Sajonia, uno de los estados aliados con Gustavo.

El fin llegaría en la batalla de Lützen, el 22 de junio de 1634.
Aunque el ejército sueco ganó esta batalla, Gustavo no pudo ver la victoria de sus hombres. El "León del Norte" hacía gala de su epíteto: valiente y decidido, siempre quería estar en primera línea de combate. Otra de sus máximas era que ninguno de sus hombres sería abandonado si él podía ayudarlo. Esa fue su perdición. Viendo que una de sus compañías de infantería estaba demasiado expuesta al enemigo, decidió liderar una carga de caballería para protegerla. Sin embargo, al ir en la punta de la carga, era un blanco demasiado fácil para un buen tirador. Un disparo le atravesó el brazo, otro hirió a su caballo y un tercero le acertó en la espalda, cayendo de su montura y siendo arrastrado por esta unos metros al quedarse uno de sus pies enganchado en un estribo.

El león había sido cazado pero su rugido siguió oyéndose a lo largo de los siglos.

2 comentarios:

  1. Que vidas más intensas tenían estas gentes, todo un icono el "León del Norte". Muy buena entrada, como siempre muy interesante.

    PD. En la fecha de batalla de Breitenfeld se te ha colado un 9 en lugar del 6. xD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias!
      ¡Oh! Es verdad. Lo cambio a la de ya. Gracias por avisarme.

      Eliminar

¡Vamos, comenta!
Tu opinión será valorada.