martes, 13 de noviembre de 2012

Talvisota.

¡Hola, chicuelos y chicuelas!
Ha llegado la hora de otra ración más de historia.
En esta ocasión, viajaremos a la Segunda Guerra Mundial para visitar una de las "pequeñas guerras" que se vivieron durante este conflicto: la que se produjo entre Finlandia y la URSS o, como la llaman los vecinos de Papá Noel, Talvisota: la Guerra de Invierno.
Agradezco a Soturisi por sugerirme este tema porque no tenía ni idea de que escribir hoy.

Tras la conquista de media Polonia, nuestros amigos de la Estrella Roja pusieron sus ojos sobre Finlandia.
Stalin no soportaba que este antiguo territorio que perteneció una vez al Imperio Ruso fuera independiente.
El dictador con mostacho mandó llamar a una delegación diplomática finlandesa a Moscú el 14 de octubre de 1939. Les pidió que movieran la frontera unos 25 kilómetros atrás tomando como punto de inicio Leningrado. Stalin ofreció a cambio la región de Carelia, que no era un paraíso ni mucho menos. Los finlandeses se negaron y... Bueno... Ya sabéis el mal pronto que tenía Stalin cuando le decían que no.
Esta negativa no era un casus belli suficiente, así que los rusos idearon una estratagema: bombardearon una pequeña aldea rusa situada en la frontera con Finlandia, de manera que se le pudo echar la culpa a los finlandeses. Tras lo cual, los soviéticos pidieron que la frontera finlandesa se replegase. Finlandia se negó de pleno y los rusos rompieron el Pacto de No Agresión de 1934.

Sin ningún aviso de ningún tipo (léase "declaración de guerra"), las fuerzas soviéticas penetraron en el país de los suomis el 30 de noviembre de 1939. Los finlandeses decidieron retirarse hacia una conjunto de fortificaciones llamado la Línea Mannerheim, en honor del mariscal finlandés que la ideó. Los soviéticos pudieron conquistar el estrecho territorio que habían abandonado los finlandeses, colocando un gobierno títere al mando de Otto Kuusinen.
Los finlandeses eran conscientes de un gran problema: la superioridad numérica del inacabable Ejército Rojo. Sin embargo, ellos tenían un punto a favor: el conocimiento de su tierra. Ya que era un suicidio luchar contra el ejército más numeroso de la época, los finlandeses pondrían en marcha una guerra de guerrillas para desgastarlo. Los rusos no podían hacer nada contra un enemigo que salía de la nada y más si tenemos en cuenta el uso de francotiradores y el más famoso de ellos fue Simo Häyhä, alias "La Muerte Blanca". Vestido completamente de blanco, Häyhä tiene el honor de haber abatido a más de 500 soldados enemigos. A todo ello se suma el mérito de hacerlo sin el uso de mirilla, para impedir que el reflejo de la lente delatara su posición.

Mientras, los soviéticos demostraron una gran incompetencia. Sus oficiales seguían pensando como en la Primera Guerra Mundial. Era normal ver al Ejército Rojo marchar en perfecta formación, con todos sus estandartes hacia arriba y cantando a grito pelado cualquier canción patriótica. Eso los convertía en blancos perfectos. Además, ni los soldados ni los vehículos rusos estaban equipados para hacer frente al duro invierno finés. Sí, en serio.

Ante las fulgurantes derrotas a las que había sido sometido el Ejército Rojo, Stalin destituyó al anacrónico comandante Voroshilov por Timoshenko. Este consiguió reforzar al ejército soviético para conseguir, en febrero de 1940, derribar las defensas finesas.
El coraje de los finlandeses había hecho que el mundo entero los apoyase moralmente. Si bien es cierto que grupos de voluntarios de otros países lucharon codo con codo con Finlandia (algo parecido a las Brigadas Internacionales de la República durante la Guerra Civil Española), las grandes potencias aliadas no quisieron aliarse de facto con el país de los renos. La razón: tarde o temprano la URSS sería un aliado formidable contra los nazis y sería mejor no molestarla. Este desencanto supuso, más tarde, que muchos soldados fineses lucharan en el ejército alemán, entre ellos el propio Häyä.

El 13 de marzo de 1940, se firmó la paz.
Si bien los finlandeses tuvieron que entregar cierta cantidad de suministros a la Unión, ceder el territorio cercano al lago Ladoga y no poder aliarse con países que estuvieran en contra de la URSS, Finlandia consiguió mantener su independencia.
Sin embargo para los soviéticos, la Guerra de Invierno consiguió el empuje necesario para poner en marcha un plan de reformas tecnológicas para modernizar el anticuado Ejército Rojo.

Así fue la Guerra de Invierno.
He de advertiros que la información la he sacado de un libro bastante divulgativo, así que pueden haber algunos errores. Si veis alguno, avisadme.

¡Nos vemos!

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