El tema del post de hoy se me ocurrió en una conversación por el correo privado de Sub con Vilem_Landerer
donde hizo una acertada comparación, así que agradecedle a él la idea.
Antes de nada, avisaros que lo dividiré en varias partes. Algo de esta
envergadura no se puede contar en un solo post.
Voy a relatar el que es uno de los asedios más legendarios de la historia: Malta. Para ello, debemos viajar al siglo XVI.
Los grandes imperios europeos estaban aterrados al ver el imparable
avance del Imperio Otomano. Cuando las fuerzas turcas llegaron hasta
Viena en el 1529, el pánico se desató, aunque más tarde el asedio a esta
ciudad por parte de los otomanos fue un fracaso.
Pero Solimán no se quedaría cruzado de brazos e intentaría conquistar
Europa por otro sitio: el mar Mediterráneo. Escaramuzas a bordo de
galeras y con la ayuda de piratas tan famosos como Barbarroja o Dragut
eran algo normal.
Mientras, una de las pocas órdenes militares de origen medieval que
quedaban en pie (los templarios ya eran solo una leyenda y los teutones
estaban cada vez más secularizados), la Orden de San Juan del Hospital,
vagaba sin rumbo fijo por la Europa católica tras haber sido expulsada
por las fuerzas turcas de su sede de Rodas.
Ante lo que se le venía encima, Carlos V pensó que sería una buena idea
contar con el apoyo de estos monjes guerreros con el objetivo de parar
el avance de Solimán. Ni corto ni perezoso, Carlos y su prominente
mentón ofrecieron a la orden el control de las islas de Malta, Gozo y
Comino en 1530. Los caballeros aceptaron de buen grado.
No os dejéis llevar por el término "caballero". Para la Orden de San
Juan atrás quedaron los gloriosos años de cargar a caballo con la lanza
en ristre contra los infieles. Su antigua posición en Rodas hizo que
cambiara el caballo por los barcos, convirtiéndose en una especie de
policía marítima.
Tras establecerse en Malta, los hospitalarios comenzaron una serie de
asaltos a las flotas turcas. Solimán, como era lógico, se cabreó al
saber de ello ya que él fue quien dejó que los caballeros abandonaran
Rodas de forma pacífica. Era hora de contraatacar.
Mientras que Solimán preparaba a sus hombres para atacar a sus viejos
enemigos, los caballeros llevaron acabo varias políticas de
fortificación de la isla tras un ataque de Dragut, en 1551. Una de ellas
fue la construcción del impresionante fuerte de San Elmo.
Fue el viernes 18 de mayo de 1565.
Una pequeña flota de galeras que realizaba labores de patrulla alrededor
de la isla divisó a lo lejos una gran flota con las enseñas de la luna
creciente. Los otomanos habían llegado.
Jean Parisot de la Valette, el Gran Maestre de la Orden, no se quedo de
brazos cruzados al conocer la noticia. Envió un mensaje a Sicilia
pidiendo ayuda y comenzó a preparar la defensa de la isla.
Los turcos desembarcaron en Mersasirocco tras dudar del lugar óptimo
para desembarcar. Los caballeros se retiraron a las fortificaciones para
resistir allí, igual que en Rodas, pero esta vez los turcos no tenían
un único objetivo en el que concentrarse.
Tras la captura de un caballero que confesó donde estaba el punto más
débil de la isla tras ser torturado, los turcos avanzaron. La Valette
dejó que los caballeros más jóvenes se lanzaran al ataque. Mustafá
Pachá, el comandante otomano, pensó que sus hombres habían masacrado a
estos guerreros pero se quedó de piedra al saber que hubo más bajas
entre los turcos que entre los hospitalarios.
Tras este incidente, Pachá decidió tomar San Elmo tras discutir con sus colegas en un consejo.
Es aquí donde dos soldados renegados otomanos se pasaron al enemigo.
Estos le explicaron a La Valette el plan de los turcos. Con esta valiosa
información en su poder, el Gran Maestre comenzó a reforzar el fuerte.
Los turcos emplazaron sus impresionantes cañones en el monte Sciberas.
Recordad que los turcos eran los maestros del asedio y que sus cañones
podían convertir en polvo un pedazo de muralla como si nada. Las piezas
elegidas fueron 10 cañones de 80 libras, 2 de 60 y, atención, un
basilisco de 160. El 24 de agosto, comenzó el bombardeo. Unas pocas
horas después, las murallas comenzaban a desquebrajarse. Los centinelas
que se asomaban para ver los desperfectos eran abatidos por jenízaros
otomanos que utilizaban unos parapetos de camuflaje.
San Aubin, el comandante de la flota hospitalaria, intentó poner fin al
bloqueo del puerto. Lo único que consiguió fue despistar a la flota
otomana pero ya está.
El 29 de mayo, Pachá se despertaba con una mala noticia: los cristianos
avanzaban a golpe de mosquete, haciendo que los turcos se retiraran. Se
enviaron a los jenízaros para contraatacar, con un éxito aplastante.
Pero, al día siguiente, La Valette recibió una noticia que hizo que se
le pusiera el pelo de punta: Dragut estaba en Malta. Uno de los piratas
berberiscos más terribles estaba comandando la flota otomana. Su idea
fue cortar la ruta de suministros que llegaba desde San Ángelo hasta San
Elmo. Más tarde, decidió que la noche sería el momento idóneo para
tomar las murallas de la fortaleza pero este ataque fue un fracaso
debido a que el fuego griego no se lleva muy bien con los ropajes de
seda que vestían los turcos.
Al día siguiente, los turcos bombardearon la maltrecha muralla. Varias
secciones de esta se vinieron abajo pero los jenízaros que la asaltaron
fueron vencidos con las tácticas anteriormente mencionadas.
Los caballeros se reunieron en consejo para decidir si había que evacuar
San Elmo. Todos votaron que sí excepto La Valette, el cual había
recibido una carta desde Nápoles la cual decía que se le iban a enviar
refuerzos de inmediato. Tras vacilar en un primer momento, los
caballeros apoyaron a su Maestre.
Los otomanos seguían realizando ataques, bastante desesperados, que terminaban con grandes bajas en su propio bando.
El 18 de junio, un grupo de artilleros cristianos apuntaron hacia la
lujosa tienda de Pachá. La lluvia de piedras que originó el impacto
hirió gravemente a Dragut. Esto minó la moral del ejército otomano.
Los otomanos aprovecharon la celebración del Corpus Christi para pillar
desprevenidos a los caballeros. Fue un gran golpe para los
hospitalarios. Los turcos habían conseguido entrar en San Elmo y los
caballeros no tenían otro remedio que proteger a los civiles mientras
huían. Muchos caballeros murieron combatiendo hasta el final. Tras la
toma, Pachá envió una carta a Dragut para informarle de la victoria. El
viejo pirata murió después de leerla.
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