viernes, 10 de agosto de 2012

Un asedio legendario II

Bien, continuemos por donde lo habíamos dejado.

La Valette y sus hombres tuvieron que retirarse hacia el fuerte de San Miguel, situado en el monte Sciberas, unido por una línea defensiva a la fortaleza de San Ángelo. Tenían suerte de contar con abundante comida pero les seguían faltando soldados.

El 24 de junio, los vigías de San Ángelo divisaron los cuerpos decapitados de los caballeros que se quedaron a defender San Elmo. Como veis, los turcos no se andaban con chiquitas a la hora de ajusticiar al enemigo. Al ver el espectáculo, el Gran Maestre no se amilanó y estuvo más dispuesto todavía a expulsar a los turcos de Malta. Para bajar la moral otomana, La Valette ordenó disparar hacia las posiciones enemigas usando las cabezas de los prisioneros turcos como munición.
Buenas noticias llegaron al bando hospitalario: un contingente de rescate había llegado al norte de la isla proveniente de Sicilia. Comandado por el caballero De Robles, las fuerzas desembarcaron aún a pesar de que San Elmo había caido, consiguiendo rodear con mucho sigilo a las fuerzas otomanas ayudados por la niebla que se había levantado en aquella jornada, llegando a la ciudad de Birgu sin ningún contratiempo.
Cuando Pachá vio los estandartes en los muros de los regimientos de refuerzo, algo en su interior le hizo saber que algo iba mal. Deicidió enviar a un viejo esclavo cristiano para negociar la rendición de los caballeros. Los términos serían los mismos que los de Rodas: los caballeros podían abandonar Malta, poniendo rumbo a Sicilia.
La Valette, en un acto de gran astucia e inteligencia, ordenó colgar al esclavo. Este le pidió clemencia, algo que buscaba el Gran Maestre. La Valette le enseñó las fortificaciones al mensajero y a las filas de caballeros dispuestos para el combate. El esclavo captó la idea y, aterrorizado, volvió al campamento turco.

Viendo que su oferta fue rechazada, Pachá retomó el combate.
Ordenó que se colocara una batería de cañones en los Altos de Corradino que, junto con la que tenía en el monte Sciberas, someterían a la fortaleza de San Miguel a fuego cruzado. También trasladó algunos de sus barcos por vía terrestre hasta el puerto de Marga.
Mientras que se discutía que se debía hacer ante esto, un caballero que vigilaba el puerto divisó a un oficial turco haciendo señales. Cogió un bote y a unos cuantos hombres para acercarse hasta él pero, cuando estaban llegando, un grupo de soldados turcos se dirigían hacia allí. El oficial turco se lanzó al agua con el pequeño inconveniente de que no sabía nadar. Rescatado por los caballeros, consiguió llegar sano y salvo ante La Valette. El Gran Maestre se llevó una gran sorpresa cuando el hombre se presentó. No era turco, era griego y no uno normal. Era un Lascaris, descendiente de los mismísimos emperadores bizantinos. El oficial quería ayudar a los de su religión a vencer a aquellos bárbaros que dstronaron a sus antepasados y comenzó a relatar los planes de Pachá.
Al conocer las intenciones del comandante otomano, La Valette mandó colocar empalizadas a lo largo de la costa de Senglia. También hizo lo mismo en el sector septentrional de Birgu.
Pachá envió a unos nadadores para que destrozaran las defensas, sin éxito. Después, usó botes con cadenas para atarlas en las empalizadas y tirarlas. Algunas estacas fueron derribadas pero los caballeros las repararon enseguida.

El 15 de julio, comenzó el ataque turco.
Era un ataque contra las empalizadas pero, a pesar del gran número de botes, las defensas resistieron y más si los turcos fueron recibidos por una lluvia de disparos de mosquete. Aún bajo el fuego enemigo, los turcos desembarcaron. Sufrieron grandes bajas pero llegaron hasta los muros.
Por tierra, un contigente otomano apoyó el ataque anfibio, sin atemorizarse ante los cañones hospitalarios, llegando a escalar los muros.
Y la cosa no podía ir peor para los caballeros cuando un polvorín estalló en Senglia, abriendo un boquete en la muralla. Bajo el mando del caballero Zanoguerra, muchos hombres decidieron impedir el paso a los musulmanes, aún a costa de sus vidas. La Valette envió refuerzos a la brecha a través de un puente de botes, consiguiendo rechazar a los turcos.
Pachá envió diez botes con cien jenízaros cada uno para dar el golpe de gracia a los hospitalarios pero, desde San Ángelo, el caballero De Guiral observó las intenciones de Pachá. Ordenó cargar los cinco cañones que había en su posición con el máximo de metralla posible. El resultado: un montón de jenízaros hechos jirones (¿lo cogéis? Jenízaro, jirón... ¡Bah!).
El combate duró cinco horas. Los turcos que se quedaron en la zona tuvieron que huir despavoridos porque hasta los propios malteses salían de la fortaleza para matarlos.
Pachá, muy cabreado, ordenó que las baterías de Corradino y Sciberas abrieran fuego, matando a muchos defensores, entre ellos el hijo del virrey de Sicilia.

CONTINUARÁ...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Vamos, comenta!
Tu opinión será valorada.